cargo mi memoria como peso muerto


siempre me pregunto si los malos pensamientos son hereditarios
tal vez se deban a todas las papas que sin querer
dejamos brotar
en canastos de mimbre que transportaban
termos y sánguches en viajes
de épocas más felices

tiramos mucha sal al suelo y nuestros cuerpos
rompieron vidrios con la espalda

en casa siempre compramos todo en cantidad
y por eso las cosas se pudren. porque nadie
puede meterse tantas respuestas en la boca.
solo hay una cantidad limitada y posible
de arroz yamaní que puedo almorzar por semana.

todas comemos bastante.
cada una tiene su cuota infalible de mala suerte,
y las tres nos peleamos por saber quién
está más sola

los malos pensamientos quizá se aprenden
y por eso me sigo sintiendo como a la que le tocó
rehuir del amor. sigo sintiendo que quizá
todo se reduzca a que no sé cómo se supone
que se deba tocar un cuerpo.

puedo estirar una mano y tocar un cuerpo
¡ah! esto sería pero tal vez
no se sienten realmente los dedos por la piel
de alguien que habita desde las grietas de los miembros

de alguien que en su casa se siente
irremediablemente incómoda
de alguien que en su cuerpo se siente
irremediablemente triste
y tal vez no sepa nunca sobre el placer.

todo se reduce de nuevo
al dolor. el dolor se hereda:
por eso solo disfruto de lo que queda
debajo de mis uñas.
de lo que rozo con los serruchos de mis dientes.
muerdo narices. y guardo fotos tuyas
de cuando eras chiquito.

tal vez estemos malditas
una vez llamé a la llorona en el espejo
para que me azote con una cadenita de oro
en el baño de la parroquia. quería
una marca en el cuerpo. me gustan
las cosas que arden un poco.

ahora corto con diligencia las papas.
pelo los brotes. imagino que estoy limpiando
mis ideas. este tipo de ideas:
tal vez estamos malditas
tal vez todo sea nuestra culpa

nunca dejamos atrás a nuestras muertas.

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