me acuerdo mejor de la muerte de pappo que de la muerte de mi abuelo


incluso aunque pappo fuera un violador y mi abuelo fuera una buena persona que siempre escuchaba a la gente que le hablaba:
cuando se hizo obrero y le dijeron que tenía que ser peronista, se hizo peronista
cuando un testigo de jehová le tocó la puerta y le dijo que debía recibir a dios
él recibió a dios. cuando su madre le dijo
vaya a argentina, en dos meses le llega la esposa
él se fue a argentina y recibió a su esposa
cuando mi nona Gilda le decía, tomá gordo
el juguito de la chaucha, él tomaba hasta la última gota del plato,
era duro, a la vez paciente y amoroso,
le gustaba hacerme creer que los ajíes eran frutillas y me dejaba usar
su panza de tambor, pero igual su muerte es una niebla
en mi cabeza quinceañera que pensaba que llorar
no era algo que hacían las chicas fuertes,
y yo siempre fui la más fuerte de todas las chicas.


la muerte de pappo, si
mi papá se agarraba la cabeza y en la tele
el responsable se agarraba la cabeza y decía
“vi una harley
tirada
y cuando vi quién era
me quise matar”
pappo murió y papá empezó a llevarme a los talleres de motocicletas de Berazategui, en especial uno en el que había cuatro harleys en la puerta.
íbamos solo a mirarlas. a desearlas.
creo que una vez me hizo sacarle una foto pretendiendo montar una.
otra vez estábamos acá,
caminando por el centro y se frenó de pronto tomándome del hombro
“escuchá”: un ruido a caño de escape
que sonaba entrecortado como pequeñas bombas.
“ese sonido está patentado”, me dijo, y de pronto
una veintena o más de motoqueros atravesaron la ciudad.
era una convención de motoqueros-harleys
que vivían en bahía blanca
que casualmente ese día
decidieron reunirse
a cruzar la ciudad de punta a punta
y en el momento en que nosotros estábamos caminando
su sendero y el nuestro se cruzaron. mi corazón
todavía vibra con la misma intensidad que vibraron las veredas debajo de las motos
juraría que a papá se le humedecieron los ojos.


***

¿por qué nunca te compraste una?
él tenía esta idea de que una moto tan particular
podía ser utilizada únicamente para tomar la ruta y dejar todo por detrás.
papá era un hombre de familia
así que cuando fue con mi hermana la mayor al mismo garage de siempre
y mi hermana decía comprala papá comprala mientras
a él le sudaban las manos de ganas, dijo “no;
tengo tres hijas. los padres de familia no pueden
disfrutar de los placeres de la vida”.


él suele decir también perdón
por ser tan machista, pero
las mujeres andando en moto, quedan feas.
una postura lamentable sobre todo porque, sin querer
se tomó el trabajo de moldear de forma lenta en mi pecho
un amor inconmensurado por las harleys
una capacidad para reconocer su sonido a cuadras de distancia
una fantasía de mí misma agarrando la ruta a toda velocidad
y como una exploradora inglesa recorriendo a caballo la Patagonia
con el viento sobre la cara y con una confianza plena
en la incertidumbre, recorrer
recorrer para siempre
recorrer, recorrer, recorrer.






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